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Recital de poemas de José Agustin Goytisolo

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lunes, 9 de diciembre de 2013

LUÍS CERNUDA

Luís Cernuda                                                                                                        
Luís Cernuda, poeta

Biografía


Nació en Sevilla en 1902. Hijo de padre militar, lo que le marcó profundamente por haberse criado en un ambiente familiar de rígida educación y bajo el imperio de  principios férreos e intransigentes. A los nueve años,  y con motivo del traslado de los restos fúnebres de Gustavo Adolfo Bécquer a Sevilla, comienza a leer poesía, influenciado por la personalidad del poeta muerto, y un profesor suyo le anima y corrige en sus primeras creaciones poéticas.

            Después de finalizar sus estudios secundarios, comenzó a cursar la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, en 1919, lo que le proporcionó la posibilidad de conocer a Pedro Salinas, que fue su profesor y le influyó notablemente, ayudándole a publicar sus poemas.

            En 1920 fallece su padre, y en 1923 abandona provisonalmente sus estudios de Derecho en la Universidad hispalense para hacer el servicio militar, por lque ingresa en el Regimiento de Caballería de Sevilla. Reanuda sus estudios universitarios en 1924, y termina su licenciatura en 1926. Además de sus estudios, empieza a ser un asistente asiduo a las tertulias literarias organizadas por Pedro Salinas, junto a Higinio Capote y Joaquín Romero Marube, Comienza a leer a los clásicos españoles y a los autores franceses, especialmente a André Gide que le supone una revelación. Conoce a Juan Ramón Jiménez en 1925 y en ese mismo año publica sus poemas en Revista de Occidente

Más tarde, se traslado a Madrid, en 1926, y comienza a colaborar con publicaciones como La Verdad, Mediodía y Litoral –esta última revista es del matrimonio Altolaguirre, al que le profesará siempre un gran amistad y aprecio- y fue cuando empezó a tener contacto con los ambientes literarios, en los que se fraguaba lo que se llamaría después la Generación del 27.

            Perfil del aire, primera de sus  poemarios publicado, la imprime en la imprenta malagueña de Prados y Altolaguirre, pero esta obra es muy criticada por Juan Ramón Jiménez que la considera excesivamente influenciada por Jorge Guillén, lo que le molestará profundamente a Luís Cernuda que nunca le perdonará ese agravio.
A raíz del fallecimiento de su madre, en 1928,  se traslada por un corto período de tiempo a Málaga, ciudad en la que volvió a retomar su amistad con los poetas que colaboraban en la revista Litoral: Manuel Altolaguirre, José María Hinojosa y Emilio Prados, entre otros. En noviembre de ese año, Pedro Salinas le ayuda a conseguir un lectorado de español en la Universidad de Toulouse. Cargo que ocupará durante un año y, aprovechando su viaje a Francia, visita París, ciudad en la que se convierte en un apasionado aficionado al cine.

            Vuelve a a Madrid, en 1929, y comienza a trabajar en la librería de León Sánchez Cuesta, desde 1930,  y en esa época comienza a asistir a varias tertulias literarias con Vicente Aleixandre.y Federico García Lorca, poeta este último que le presenta a un joven gallego de profesión actor, Serafín Fernández Ferro, del que se enamora apasionadamente Cernuda, pero no es correspondido por el joven actor que sólo se acercará a Cernuda cuando necesita ayuda económica. Este amor fallido será el motivo de inspiración de varios libros de Cernuda Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos. Una vez que concluye este insatisfactorio amor, Cernuda se interesa en las Misiones pedagógicas, en primer lugar en la sección Bibliotecas y, en segundo lugar, en Museo ambulante. Con esta nueva misión visita los pueblos de Castilla y Andalucía, conociendo en estos viajes a diferentes artistas e intelectuales de la época y colabora en la revista Octubre, de Rafael Alberti, en 1933. Al año siguiente, colabora en la revista Cruz y Raya, de José Bergamín, y publica sus traducciones de Holderlin, en 1934,

            Poco antes de comenzar la Guerra Civil, en 1936, participa en el homenaje a Valle-Inclán y publica la primera edición de su obra poética hasta el momento con el título de La realidad y el deseo..

            Al conocer el asesinato de Federico García Lorca, le dedica una emocionada elegía A un poeta muerto (F.G.L),  de cuyo poema fueron censurados los dos últimos párrafos.
            Después de permanecer dos meses como agregado de la Embajada Española en París, regresa a Madrid y se alista en el Batallón Alpino y por ello es enviado a la Sierra de Guadarrama. Pasa a Valencia en 1937, ciudad en la que colabora con Hora de España y publica la mencionada elegía a García Lorca. Asiste al II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, en el que conoce a Octavio Paz, poeta y escritor al que volverá a ver en México tiempo después.
            Viaja al Reino Unido en 1938 con el fin de dar un ciclo de ocnferencias y conoce a Rafael Martínez Nadal, quien años más tarde sería uno de los principales estudiosos de Cernuda y su obra. En Oxfordshire es tutor de niños refugiados vascos y esta actividad fue la que le inspiró el poema Niño muerto. Trabajó más tarde como profesor en el internado Cranleigh School. Allí se aficiona a leer a los clásicos ingles, pero especialmente a los poetas metafísicos y a T.S. Elliot, y al griego Constantino Cavafis. También ejerce como lector en la Universidad de Glasgow, la Universidad de Cambridge, esto sería en 1943, y en el Instituto Español de Londres, dos años más tarde. Finaliza su poemario Las nubes y los poemas en prosa de Ocnos.
            Publica en 1944 Vivir sin estar viviendo , inspirado en otro nuevo amor y a partir de entonces comienza a ejercer como crítico literario tanto en el Bulletin of Hispanic Studies varios ensayos sobre poesía española. Además. Traduce Troilo y Cresida de Shakespeare, en 1945.
            Se exilia a EE.UU, en 1947, país en el que impartirá clases de literatura en el colegio femenino de Mount Holyoke (Massachussets), en el que permanecerá hasta 1952 y gracias a dicho trabajo consigue la siempre buscada estabilidad económica. Sus sucesivos viajes a México en 1949, 1950 y 1951, le acucian el deseo de vivir en una país de lengua hispana, siendo uno más de los muchos intelectuales exiliados en dicho país y acogidos generosamente por el presidente Lázaro Cárdenas.  Es invitado a viajar a Cuba, a fin de dar un ciclo de conferencias,  por invitación de la revista Orígenes y allí conoce y traba amistad con el escritor Lezama Lima y se reencuentra con María Zambrano.
            Se establece en México capital, en 1952, y allí vive otro amor personificado en un culturista llamado Salvador Alighieri a quien había conocido en el verano de 1951. A dicho nuevo amor dedica los Poemas para un cuerpo que sería publicado en 1957. Vuelve a reencontrarse con Octavio Paz y con el matrimonio Altolaguirre, especialmente trata a la esposa de Altolaguirre, Concha Méndez, con la que viaja en 1953 y pasa una temporada con ella en Coyoacán
            A partir de 1954, comienza a trabajar como profesor por horas en la Universidad Nacional Autónoma de México y realiza una investigación como becario en El Colegio de México y también colabora en diversas publicaciones mexicanas.
            En España, en 1955, Cernuda es reivindicado por un grupo de jóvenes poetas cordobeses llamado el Grupo Cántico, lo que le produce una gran alegría.  Al año siguiente comienza a escribir los primeros poemas de su nuevo poemario Desolación de la Quimera, y en 1957 se publican sus Estudios sobre poesía española contemporánea. Al año siguiente, publica en México en la Cultura, su biografía literaria Historial de un libro, con motivo de haber sido publicada la tercera edición revisada y ampliada de La realidad y el deseo
            Cuando fallece Manuel Altolaguirre, en 1959, edita la obra Poesías completas  del finado y comienza una intensa correspondencia con jóvenes poetas españoles. En 1960 sale publicados ensayos contenidos en las dos partes de Poesía y Literatura de Cernuda, por Carlos Barral como editor. En ese mismo año,  da clases durante un curso en la Universidad de California, en Los Ángeles. Desde 1961 a 1962 es profesor visitante o invitado en San Francisco y es en este último año cuando se publica en México su poemario Desolación de la Quimera. Vuelve a impartir un curso en Los ángeles.
fallece, el 5 de noviembre de 1963, en la Ciudad de México y es enterrado en la sección española del Panteón Jardín.

Comentarios sobre su obra poética:

Su obra poética está impregnada por un tono intimista en la que aparecen como notas predominantes la sensación de soledad, de profunda y exaltada sensibilidad y del dolor largamente asumido que parece traspasar toda su obra.
Su condición de homosexual, nunca negada por el poeta, le hace estar siempre en un estado profundo de descontenta con la sociedad, de enajenado de un mundo que no acepta su condición sexual, lo que le hace confesar que se siente “un inadaptado” Especialmente, se sintió marginado en la España de su época por la intransigencia moral de entonces que le hace decir  de España que es «un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto», como escribe  en Desolación de la Quimera. Esa misma inadaptación y rebeldía le produce una profunda sensación de aislamiento por lo que escribe de sí mismo que se sentía como “un naipe cuya baraja· se ha perdido” en alusión metafórica a un mundo que, por rechazar su condición de homosexual, le hace sentir que no está entre semejantes, entre iguales, sino que es alguien que, por distinto, se siente cada vez más solo, más aislado entre seres dispares.

Sus principales influencias literarias se encuentran entre los poetas románticos, desde el propio Bécquer al que leyó  en su infancia, pasando por Keats, Holderling,; pero sin olvidar la  profunda influencia que en él tuvo la lectura de los clásicos, en especial Garcilaso de la Vega.

            Por pertenecer al movimiento poético llamado Generación del 27, se puede encontrar en él, al igual que en otros poetas de dicha generación, un deseo de sintetizar todas las claras influencias recibidas. Se puede afirmar que su obra se sustenta en el eje de la dualidad entre  la voluntad de realización personal, que es el deseo, y la realidad  que impone la propia sociedad en la que vive. Esta dualidad ofrece la nota del romanticismo claramente. Por ello, los temas que aborda con mayor frecuencia son los propios del romanticismo: la soledad, el amor (siempre insatisfecho en su logro apasionado), y la aspiración de un mundo mejor, más humano. Su estilo poético es original y propio y no se ajusta a ninguna moda literaria, a pesar de que en los inicios de su labor poética se circunscribe a la poesía pura –Poesía del aire-,, el clasicismo garcilasiano –Égloga, elegía y oda- y llega a cultivar el surrealismo  –Un rio, un amor y Placeres prohibidos-, pero se nota en él un giro que se decanta claramente por un estilo mucho más sencillo, más personal  y que se fundamenta en un rechazo triple: de los ritmos muy pronunciados, de la rima, y de las imágenes metafóricas muy elaboradas, por lo que desea cada vez más utilizar un lenguaje coloquial, exento de toda artificiosidad
            Su obra capital se podrái decir que es Donde habite el olvido (1932-1933), en el que se expresa con un lenguaje ya propio, y obra esta en la que se manifiesta la desolación, la tristeza, pero todo ello dentro de una absoluta y demoledora sinceridad. Otro libro del mismo tono que el anterior es Invocaciones a las gracias del mundo (1934-1935) que gira en torno de  tres temas  que son recurrentes en este poeta: la belleza del cuerpo masculino, el sino de todo artista y su concepción de la soledad.
            Es a partir de la Guerra Civil cuando empieza a experimentar con su depuración estilística, y comienza a escribir sobre el dolor de la Patria perdida y añorada y también, rechazada, al mismo tiempo, por lo que representa de intransigencia y oscurantismo; y en ésta como en toda su obra posterior sigue puesto de manifiesto el profundo pesimismo y desolación que le acompaña siempre y que culmina en Desolación de la quimera (1956-1962)





Obra de Luís Cernuda

BIBLIOGRAFÍA                                                                                                                  
Luís Cernuda, poeta.


Poesía

Perfil del aire, 4.º suplemento de Litoral, Málaga, 1927.

Gerardo Diego, Poesía española. Antología 1915-1931, Madrid, Signo, 1932.

La invitación a la poesía. Madrid, La Tentativa Literaria, 1933.

Donde habite el olvido, Madrid, Signo, 1934.

El joven marino, Madrid, col. Héroe, 1936.

La Realidad y el Deseo, Madrid, Cruz y Raya, Ediciones del Árbol, 1936. 2.ª ed., Séneca, México, 1940.3.ª ed., corr. y aum., México, Fondo de Cultura Económica, 1958

Las nubes, Buenos Aires, Schapire, col. Rama de oro, 1943.

Como quien espera el alba, Buenos Aires, Losada, col. Poetas de España y América, 1947.

Poemas para un cuerpo, Málaga, Caracola, col. A quien conmigo va, 1957.

Díptico español, (1960-1961). Poemas, Bogotá, Mito, 1961.

Desolación de la Quimera (1956-1962), México, Joaquín Mortiz, 1962.


Prosa

Ocnos (1940-1942), Londres, The Dolphin, 1942.

Tres narraciones, Buenos Aires, Imán, 1948.

Ocnos, 2.ª ed., aum., Madrid, Ínsula, 1949.

Variaciones sobre tema mexicano, México, Porrúa y Obregón, col. México y lo mexicano, 1952.

Ocnos, 3.ª ed., aum., Xalapa, Universidad Veracruzana, 1963.


Estudios literarios


Estudios sobre poesía española contemporánea, Madrid, Guadarrama, 1957.

Pensamiento poético en la lírica inglesa (siglo XIX), México, Imprenta Universitaria, 1958.

Poesía y literatura, I, Barcelona, Seix Barral, 1960.

ENLACES

http://www.cernuda.org

http://cvc.cervantes.es/actcult/cernuda/default.htm


Poemas de Luís Cernuda


Luis Cernuda
QUISIERA ESTAR SOLO EN EL SUR

Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

Un río, un amor (1929)

He venido para ver

He venido para ver semblantes
Amables como viejas escobas,
He venido para ver las sombras
Que desde lejos me sonríen.

He venido para ver los muros
En el suelo o en pie indistintamente,
He venido para ver las cosas,
Las cosas soñolientas por aquí.

He venido para ver los mares
Dormidos en cestillo italiano,
He venido para ver las puertas,
El trabajo, los tejados, las virtudes
De color amarillo ya caduco.

He venido para ver la muerte
Y su graciosa red de cazar mariposas,
He venido para esperarte
Con los brazos un tanto en el aire,
He venido no sé por qué;
Un día abrí los ojos: he venido.

Por ello quiero saludar sin insistencia
A tantas cosas más que amables:
Los amigos de color celeste,
Los días de color variable,
La libertad del color de mis ojos;

Los niñitos de seda tan clara,
Los entierros aburridos como piedras,
La seguridad, ese insecto
Que anida en los volantes de la luz.

Adiós, dulces amantes invisibles,
Siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
Guardad los labios por si vuelvo.

Los placeres prohibidos
 (1931)

Como leve sonido


Como leve sonido:
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;

Como rápida caricia:
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;

Como fugaz deseo:
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;

Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo;

Como todo aquello que de cerca o de lejos
me roza, me besa, me hiere,
tu presencia está conmigo fuera y dentro,
es mi vida misma y no es mi vida,
así como una hoja y otra hoja
son la apariencia del viento que las lleva.

Los placeres prohibidos (1931)


QUÉ RUIDO TAN TRISTE

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.

Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.

Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.

Los placeres prohibidos (1931)

Te quiero.

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

Los placeres prohibidos (1931) 

DIRÉ CÓMO NACISTEIS

Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos,
Como nace un deseo sobre torres de espanto,
Amenazadores barrotes, hiel descolorida,
Noche petrificada a fuerza de puños,
Ante todos, incluso el más rebelde,
Apto solamente en la vida sin muros.

Corazas infranqueables, lanzas o puñales,
Todo es bueno si deforma un cuerpo;
Tu deseo es beber esas hojas lascivas
O dormir en esa agua acariciadora.
No importa;
Ya declaran tu espíritu impuro.

No importa la pureza, los dones que un destino
Levantó hacia las aves con manos imperecederas;
No importa la juventud, sueño más que hombre,
La sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestad
De un régimen caído.

Placeres prohibidos, planetas terrenales,
Miembros de mármol con sabor de estío,
Jugo de esponjas abandonadas por el mar,
Flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.

Soledades altivas, coronas derribadas,
Libertades memorables, manto de juventudes;
Quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,
Es vil como un rey, como sombra de rey
Arrastrándose a los pies de la tierra
Para conseguir un trozo de vida.

No sabía los límites impuestos,
Límites de metal o papel,
Ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,
Adonde no llegan realidades vacías,
Leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.

Extender entonces una mano
Es hallar una montaña que prohíbe,
Un bosque impenetrable que niega,
Un mar que traga adolescentes rebeldes.

Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,
Ávidos dientes sin carne todavía,
Amenazan abriendo sus torrentes,
De otro lado vosotros, placeres prohibidos,
Bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita,
Tendéis en una mano el misterio.
Sabor que ninguna amargura corrompe,
Cielos, cielos relampagueantes que aniquilan.

Abajo, estatuas anónimas,
Sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla;
Una chispa de aquellos placeres
Brilla en la hora vengativa.
Su fulgor puede destruir vuestro mundo.

Los placeres prohibidos (1931)

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Donde habite el olvido (1932-1933)

Adolescente fui en días idénticos a nubes,

Adolescente fui en días idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquél fui, aquél fui, aquél he sido;
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

Donde habite el olvido (1932-1933)

A UN POETA MUERTO
(F.G.L.)

Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.

Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.

Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.

Las nubes (1934-1940)

Las nubes (1934-1940)

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
Donde habite el olvido (1932-1933)

LOS FANTASMAS DEL DESEO

A Bernabé Fernández-Canivell



Yo no te conocía, tierra;
con los ojos inertes, la mano aleteante,
lloré todo ciego bajo tu verde sonrisa,
aunque, alentar juvenil, sintiera a veces
un tumulto sediento de postrarse,
como huracán henchido aquí en el pecho;
ignorándote, tierra mía,
ignorando tu alentar, huracán o tumulto,
idénticos en esta melancólica burbuja que yo soy
a quien tu voz de acero inspirara un menudo vivir.

Bien sé ahora que tú eres
quien me dicta esta forma y este ansia;
sé al fin que el mar esbelto,
la enamorada luz, los niños sonrientes,
no son sino tú misma;
que los vivos, los muertos,
el placer y la pena,
la soledad, la amistad,
la miseria, el poderoso estúpido,
el hombre enamorado, el canalla,
son tan dignos de mí como de ellos yo lo soy;
mis brazos, tierra, son ya más anchos, ágiles,
para llevar tu afán que nada satisface.

El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos.

Dejadme, dejadme abarcar, ver unos instantes
este mundo divino que ahora es mío,
mío como lo soy yo mismo,
como lo fueron otros cuerpos que estrecharon mis brazos,
como la arena, que al besarla los labios
finge otros labios, dúctiles al deseo,
hasta que el viento lleva sus mentirosos átomos.

Como la arena, tierra,
como la arena misma,
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
Tú sola quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas.

Tierra, tierra y deseo.
Una forma perdida.

EL ANDALUZ

Sombra hecha de luz,
que templando repele,
es fuego con nieve
el andaluz.

Enigma al trasluz,
pues va entre gente solo,
es amor con odio
el andaluz.

Oh hermano mío, tú.
Dios, que te crea,
será quién comprenda
al andaluz.

Como quien espera el alba (1941-1944)

EL VIENTO Y EL ALMA

Con tal vehemencia el viento
viene del mar, que sus sones
elementales contagian
el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
insistente en los cristales
tocar, llorando y llamando
como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo
te tiene, sino otra fuerza
de que tu cuerpo es hoy cárcel,
fue viento libre, y recuerda.

Vivir sin estar viviendo (1944-1949)

LIMBO

A Octavio Paz

La plaza sola (gris el aire,
negros los árboles, la tierra
manchada por la nieve),
parecía, no realidad, mas copia
triste sin realidad. Entonces,
ante el umbral, dijiste:
viviendo aquí serías
fantasma de ti mismo.

Inhóspita en su adorno
parsimonioso, porcelanas, bronces,
muebles chinos, la casa
oscura toda era,
pálidas sus ventanas sobre el río,
y el color se escondía
en un retablo español, en un lienzo
francés, su brío amedrentado.

Entre aquellos despojos,
proyecto, el dueño estaba
sentado junto a su retrato
por artista a la moda en años idos,
imagen fatua y fácil
del dilettante, divertido entonces
comprando lo que una fe creara
en otro tiempo y otra tierra.

Allí con sus iguales,
damas imperativas bajo sus afeites,
caballeros seguros de sí mismos,
rito social cumplía,
y entre el diálogo moroso,
tú oyendo alguien me dijo: "Me ofrecieron
la primera edición de un poeta raro,
y la he comprado", tu emoción callaste.

Así, pensabas, el poeta
vive para esto, para esto
noches y días amargos, sin ayuda
de nadie, en la contienda
adonde, como el fénix, muere y nace,
para que años después, siglos
después, obtenga al fin el displicente
favor de un grande en este mundo.

Su vida ya puede excusarse,
porque ha muerto del todo;
su trabajo ahora cuenta,
domesticado para el mundo de ellos,
como otro objeto vano,
otro ornamento inútil;
y tú cobarde, mudo
te despediste ahí, como el que asiente,
más allá de la muerte, a la injusticia.

Mejor la destrucción, el fuego.

Con las horas contadas (1950-1956)

PEREGRINO

¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

Desolación de la quimera (1956-1962)